martes, 1 de abril de 2014

Yo, Benjamín Núñez soy un ciudadano

Vino el tribuno y le dijo: Dime, ¿eres tú ciudadano romano? El dijo: Sí
Hechos 22:27

Hay algo de virtuoso en la idea de ciudadano político. Es la persona que no sólo es consciente de la necesidad que tenemos por el momento los humanos de ser parte de una nación articulada mediante el aparato de un Estado, sino que además se compromete a colaborar en su funcionamiento y a defenderla llegado el momento. Como ya supondrás leyendo este punto de partida, no soy precisamente una persona liberal en el sentido político de la palabra, sino un ciudadano patriótico. 



La Constitución española en vigor, la de 1978, establece en la sección segunda una serie de derechos y deberes de los ciudadanos. Como se habla constantemente de los derechos que el sistema nos otorga -es verdad que muchos de ellos incumplidos- me centraré en los deberes. Tal vez alguna persona que los lea no crea importante acatarlos siempre (o incluso esté en contra). De ser así, permíteme que te diga una cosa querido amigo. De momento es la norma suprema. El marco jurídico del que parten las leyes del Estado. Y eso te afecta a ti quieras o no quieras mientras aceptes vivir en España y hasta que la soberanía popular decida lo contrario. 

Artículo 30
1. Los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España.
2. La ley fijará las obligaciones militares de los españoles y regulará, con las debidas garantías, la objeción de conciencia, así como las demás causas de exención del servicio militar obligatorio, pudiendo imponer, en su caso, una prestación social sustitutoria.
3. Podrá establecerse un servicio civil para el cumplimiento de fines de interés general.
4. Mediante ley podrán regularse los deberes de los ciudadanos en los casos de grave riesgo, catástrofe o calamidad pública.



Tranquilos, que no cunda el pánico. Defender al país no significa necesariamente que llegado el momento te tengas que ver en saltando de trinchera en trinchera con un rifle en la mano y bayoneta calada. La defensa de la patria parte de actos más cotidianos y menos bélicos. De hecho y para tu "tranquilidad", incluso si todo se va al traste y estamos en medio de un combate real, la guerra contemporánea va ya por otros derroteros y no precisamente abriendo zanjas en el suelo con una pala y aguantando fuego de artillería. 

Defender a España, como digo, es algo diferente. Parte incluso de defender el concepto de ciudadanía ante esas personas que, por el motivo que sea, tratan de socavarlo mediante palabras y acciones. Hay varias cosas que el país no puede evitar de momento. No podemos evitar aplicar el imperio de la ley con un sistema Judicial y policial eficiente. Ya sé que en España estos brazos del Estado no están en sus mejores momentos precisamente. Es por culpa del poco compromiso ciudadano que se permite que una clase política corrupta y desviada los use en su beneficio de clase -casi oligarquía- y no en el bien común. Por lo tanto las primeras personas que consciente o inconscientemente destruyen al país es precisamente esta clase política. Esto es una verdad de perogrullo. De lo que la gente no es tan consciente es de que esta corrupción se combate con una sociedad civil ciudadana y patriótica. Si cientos de miles de ciudadanos se comprometiesen en la cosa pública no estaríamos en esta situación.



Artículo 31
1. Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio.
2. El gasto público realizará una asignación equitativa de los recursos públicos, y su programación y ejecución responderán a los criterios de eficiencia y economía.
3. Sólo podrán establecerse prestaciones personales o patrimoniales de carácter público con arreglo a la ley.

La falta de compromiso ciudadano está provocando que desde el aparato del Estado no se estén aplicando políticas fiscales coherentes y que permitan sentar las bases de un sistema duradero. Ya no es sólo lo injusto del sistema tributario que beneficia a grandes fortunas mediante un complicado sistema de mecanismos y entresijos para eludir pagos, sino la falta de racionalidad en la administración del Estado. Duplicidades, puestos redundantes y cargos de libre designación para enchufar a afiliados de determinados partidos políticos.  

Mucho se habla del exceso de funcionarios. Esto no es verdad. Faltan médicos, jueces, maestros, profesores, policías, bomberos, etc. Es decir personas esenciales para el funcionamiento del sistema. Y sobra... ¿adivinan? sobran cargos de libre designación, cargos de confianza, observatorios, organismos autonómicos que duplican el aparato del Estado. Yo lo tengo claro: A igual competencia, prevalece el organismo estatal en detrimento del autonómico. Hay que pagar impuestos. Hay que pagar bien a las personas que permiten que el sistema funcione. Para que se dediquen plenamente a esa actividad. Para que no se puedan corromper fácilmente. 


Artículo 35
1. Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.
2. La ley regulará un estatuto de los trabajadores.

Ya sé que en los tiempos que corren hablar de la obligatoriedad del trabajo suena casi ofensivo. Un fenómeno muy común en nuestra sociedad es esa corrupción a pequeña escala que muchas personas practican en sus respectivos puestos de trabajo. Actitud sangrante dado que millones de personas en España no tienen empleo. Por algún misterioso motivo, el sindicalismo español ha sido negligente manteniendo a raya a los trabajadores que se aprovechaban de los convenios laborales en su beneficio personal. Bajas médicas falsas, caída de la productividad provocadas por personas blindadas en el sistema de trabajo. Jubilaciones escandalosas. 

Todo ayuda a corromper el sistema -público y privado-. Todos somos parte del problema por consentir esto. Por no hablar claro. Por no denunciarlo. Hay casos claros de abuso de poder por parte de algunos empresarios españoles. Muchas de estas personas se escudan en los malos trabajadores para justificar políticas que van en contra de los derechos ciudadanos. Y lo peor es que muchas veces argumentos no les faltan. Revertir esta situación es obligación de todo el mundo. Aumentar la productividad (compromiso obrero) y denunciar y perseguir a los que no lo cumplan. No sobrecargar al trabajador con horas laborales. Salarios razonables. No aceptar mano de obra esclava -becarios- como forma de completar plantillas. Etcétera. 


Muchos se quejan de que de la mano de las crisis aumentan los fanatismos políticos y religiosos. Bien esto es absolutamente normal y es fruto del sencillo instinto de supervivencia de las personas. Sin más alternativa que la miseria y la violencia, ante el panorama de un estado ineficiente o fallido, la gente abrazará la opción que sea que le proporcione cierta seguridad y un sustento. Muchas veces no será por convicción, sino por ser prácticos. Insultar a movimientos religiosos o políticos  fanáticos no ayuda a solucionar el problema. Ser un buen ciudadano si.

Roma murió precisamente por negligente. Roma murió por perder a sus ciudadanos comprometidos. Paralelo al desmantelamiento del Estado surgieron corrientes religiosas que la socavaron desde su base. Roma murió devorada por sus propios enanos.



No lo permitamos.  


2 comentarios:

  1. Interesante artículo, bastante de acuerdo con lo que dices.

    PS: El servicio otorga la ciudadanía. ¿Desea saber mas?

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